Las rutas en la Baja se ponen calientes desde temprano, pero hasta San Quintin y un poco mas, el viento del mar nos mantuvo frescos. Como un milagro, tambien despues de San Quintin, los camiones habian casi desaparecido.
El-calor-llego-con-toda su fuerza, despues que nos internamos hacia el este y dejamos las costas del pacifico hacia el verdader desierto de la Baja. Despues de una subida muy empinada que termine caminando y empujando la bici, hacia otro control militar justo antes de que la ruta bajara en caida libre hacia el polvoriento pueblo de El Rosario.
Mientras iba subiendo, un senor en una camioneta desvencijada se para al lado mio cerca y me pregunta ¨ Quiere fresas ? !¨ Me paso, desde la ruta, tres canastitos llenos de frutillas gigantes rojas y jugosas que insistio en que eran un regalo y diciendome que ya faltaba poco para el final de la subida se alejo contento. Yo me quede con una gran sonrisa en los labios sin importar la inclemente pendiente que no terminaba nunca.
En el Rosario, compramos un yogurth de coco de un litro que comimos de almuerzo con las frutillas en un ciber cafe, mirando la vida pasar por el Rosario: la ruta en reconstruccion entre nube y nube de tierra, moscas del mediodia y la musica tronadora de la farmacia del pueblo, que sonaba fuerte como en una bailanta. Read the rest of this entry »