Las rutas en la Baja se ponen calientes desde temprano, pero hasta San Quintin y un poco mas, el viento del mar nos mantuvo frescos. Como un milagro, tambien despues de San Quintin, los camiones habian casi desaparecido.
El-calor-llego-con-toda su fuerza, despues que nos internamos hacia el este y dejamos las costas del pacifico hacia el verdader desierto de la Baja. Despues de una subida muy empinada que termine caminando y empujando la bici, hacia otro control militar justo antes de que la ruta bajara en caida libre hacia el polvoriento pueblo de El Rosario.
Mientras iba subiendo, un senor en una camioneta desvencijada se para al lado mio cerca y me pregunta ¨ Quiere fresas ? !¨ Me paso, desde la ruta, tres canastitos llenos de frutillas gigantes rojas y jugosas que insistio en que eran un regalo y diciendome que ya faltaba poco para el final de la subida se alejo contento. Yo me quede con una gran sonrisa en los labios sin importar la inclemente pendiente que no terminaba nunca.
En el Rosario, compramos un yogurth de coco de un litro que comimos de almuerzo con las frutillas en un ciber cafe, mirando la vida pasar por el Rosario: la ruta en reconstruccion entre nube y nube de tierra, moscas del mediodia y la musica tronadora de la farmacia del pueblo, que sonaba fuerte como en una bailanta.
Aunque solo habiamos recorrido 50 kms Harry necesitaba enviar unas respuestas por internet de su trabajo. Asi pasamos unas horas mas en ciber y le preguntamos al joven medico del pueblo que atendia la farmacia y hacia de Dj de la misma, si sabia donde seria el mejor lugar para acampar esa noche. Habiamos encontrado la persona perfecta quien preguntar; nos dijo que al final del pueblo, vivia un norteamericano con mucho espacio en su jardin, que seguro nos dejaria quedarnos, y que era su vecino.
Edward y su esposa Alicia tienen un restaurant y un Hostal de nombre Baja ś Best, rodeado del mas increible y verde cesped que uno pueda encontrar en todo el desierto de la Baja. Sin dudarlo, cuando le contamos a Edward de que viajabamos en bicicletas, nos dijo que pusieramos la carpa donde quisieramos en el terreno al lado de su casa, desde donde se veia el jardin y a lo lejos el desierto que nos esperaba al dia siguiente. Pasamos una tarde tranquilay descansandode la ruta y sus rigores, preparandonos para lo que se venia al dia siguiente.
Esa noche en vez de cocinar, comimos en el restaurant unos tacos y quesadillas. La cena estuvo muy entretenida. Ya desde auera del restaurant, se escuchaban unos cantos aterradores de mariachis con varias copas de mas.
Tres Mexicanos cantaban a toda voz rancheras y penas de amor entre una docena de botellas de cerveza vacias. Aun con la borrachera a cuesta, uno de ellos, reconocio mi, casi desaparecido, acento argentino y nos saludamos todos con fuertes apretones de mano y nos alientan a que elijamos cualquier cancion del repertorio mexicano. Edward nos cuenta que es sabado dia de pago y consecuentemente de salir a tomar con los amigos y peder la mitad de la paga en cerveza !
El mas joven se puso a molestar y provocar al tranquilo rottweiler, Bruno, al punto de que el ya esta listo para atacarlo y como ultima medida lo encierran en e auto; al borracho, no al perro. Pero de alguna manera, eel logra safarse y se escapa yaparece otra vez a molestar a perro y todo se vuelve a repetir… Estos tres son la prueba viviente de porque no es muy conveniente circular, en bici ni en auto en la Baja, despues de la caida del sol.
A-la-manana-siguiente Duffy, vecino y amigo de Edward nos encontro mientras terminabamos de empacar todo en las bicicletas. Entusiasmado con el viaje, nos dice que quiere colaborar con el y nos invita a un desayuno completo en el restaurant de Edward.
Los dos nos piden por favor que no pedalearamos los kms siguientes que aparte de tener una pendiente espantosa, son muy peligrosos por las curvas que impiden vernos a los autos y camiones y hace que se encuentren de sorpresa con nosotros sin tiempo ni lugar para intentar algun maniobra. Para colmo las curvas han sido construidas de alguna manera que los camiones sedan vuelta facilmente.
Finalmente Edward nos convencio cuando nos cuenta que el arruino una vez su camioneta por esquivar un ciclista en una de las curvas. Eso y mi rodilla que apenas se ha recuperado.
Angel, en su camino a la Paz unos minutos mas tarde nos lleva con el por unos 60 kms. Pasamos empinadas subidas y estrechas curvas. La famosa fuerza centrifuga se siente desde atras en la camioneta donde vamos sosteniendo las bicicletas.
Cuando vemos una senal en la ruta le avisamos a Angel para bajarnos. Y apenas lo hacemos nos lamentamos de no habernos quedado unos minutos mas. La ruta comienza a subir empinadisima saliendo de un pequeno valle, pero peor es el viento, que mas fuerte que nunca en el viaje, parece que va a tirarme de la bici. Me bajo y empujo.
El viento es de una fuerza increible viniendo del Este, nosotros vamos al sudeste y se vuelve casi imposible pedalear. Una tormenta de arena nos empuja de frente todo el camino y cuando pasan camiones al lado nuestro, solo puedo parar cerrar los ojos y esperar que pasen, sacudirnos el polvo limpiarnos un poco los ojos y volver a empezar hasta el proximo camion. Aparte con el viento y la velocidad de los camiones se creaba una fuerza centrifuga que nos empujaba fuera de la ruta y habia que agarrar fuerte la bici para de verdad no caernos.
Con este panorama nos llevo mas de una hora avanzar slo 10 kms. De todas maneras paramos felices en una ¨Llantera¨, si una gomeria a tomar algo fresco, mojarnos la cabeza y descansar a la sombra del taller; mientras varios autos paraban a poner agua en sus radiadores y cambiar llantas.
Como no era suficiente comenzamos a subir tambien, mas despacio pudimos avanzar y nos quedamos sin agua, antes de lo previsto ya que teniamos enfrente un secador de pelo gigante y a temperatura y fuerza maxima !
Podran adivinar que no fue mi mejor dia en la bici y que odie cada minuto en ese desierto ventoso.
El mapa marcaba con letra chica ¨San Agustin¨, era solo un pequeno comedor donde vivia una familia, pero a mi me parecio el septimo cielo.
Junto con otros viajeros y una familia almorzamos arroz, tortillas y ¨frijoles¨ y compramos un galon de agua, casi 4 litros que dividimos en botellas. Y descansamos del sol de fuego que a la siesta quemaba fuerte, hasta que tuvimos que seguir. Fue la primera vez y no la ultima que tuvimos que comprar botellas nuevas de plastico, que normalmente rellenamos, pero es que no habia ni agua para filtrar: Estabamos en medio de un desierto, ni agua corriente ni en los bagnos, solo unos barriles grandes a la salida de las casas con agua para lavarse y aun ese agua debia ser transportada en camiones a cada lugar.
Una hora mas del mismo infierno y llegamos a ¨Sonora¨, como decia el mapa, que era exactamente el Viejo Rancho Sonora, dos casitas de adobe con un negocio de figuritas de marmol, cuidadas por Don Santiago. El y su hijo Alonso nos dieron la bienvenida al lugar, donde nos tomamos unas gaseosas mientras descansabamos en la sombra y fresco de su hogar.
Don Santiago nos conto de su vida, de sus nueve hijos, de como es vivir solo en el desierto sin vecinos en varios kms cuidando a su madre sin agua corriente ni electricidad y con la ayuda de sus hijos que como Alonso lo visitaba esa semana. Mientras conversabamos decidimos que nos quedabamos alli a acampar esa noche. Solo 30 kms en 3 horas con ese ventarron nos habian dejado agotados y no hubo nada mas reconfortante que mirar la puesta del sol junto a nuestra carpa y ver como los colores del desierto se fundian con los del cielo.
Atardecer-El calor se fue disipando de a poco, y con el sol, se fue tambien todo el viento. Son personas como Santiago, con su alegria y aceptacion ante la vida, por quienes me propongo seguir pedaleando sin quejarme, aun con mas de 40 grados y vientos que parecen venir del Sahara …
Nuestros vecinos de mesa compraban cervezas y mas cervezas y despues se metian apretujados en una van. Seis personas en tres asientos y el resto en unos colchones atras tomandose lo que quedaba de cerveza … Nada prometedor para la ruta. !
…Asi–habiamos llegado al desierto de verdad, con bosques de cactus que parecian no terminar. Harry saco varias fotos, mientras que a mi los 45 grados me quitaban todas las ganas de hacer ninguna otra cosa que seguir pedaleando, para poder llegar. Quizas porque naci y vivi toda mi vida en un desierto, no me maravilla tanto y se que pensaria que esta loco si cualquiera en San Juan, mi provincia, saliera en bicicleta a la siesta en pleno verano, que es lo que estabamos haciendo …
Llegamos al Valle de los Cirios: Boulders gigantes y cactus muy altos, de un solo tronco que se bifurca eal final o termina en punta, hacen que parezca un paisaje salido de otro planeta. Los Cirios son altisimos y se veian hasta que se perdian en el horizonte o las bajas montanaas de arena alrededor.
Habiamos trepado muchisimo durante el dia, de tanto subir y bajar. Algun lugar marcado en el mapa, o no existia o estaba desierto, y lo pasamos, por lo que no habiamos descansado en la siesta del sol y el calor. Llegaron las 4 y las 5 y el calor no cedia ni un poco, solo nos quedaba poca agua y la cabeza me zumbaba. Podia pedalear y seguir, pero no subir mas y las trepadas las hacia empujando la bicicleta.
El problema es que no hay donde parar, no hay sombra donde descansar ni agua que beber, ni como refrescarnos ni un poquito. Insolada y un poco deshidratada senti que ya no tenia fuerzas para empujar la bicicleta y Harry bajaba las cuestas caminando, despues de haberlas subido, para ayudarme a subir mi bicicleta.
Cuando iba caminando una camioneta nos paso y espero en la cima. Alli nos ofrecieron llevarnos, Harry no queria, pues no faltaba mucho para llegar adonde queriamos parar esa noche, pero yo necesitaba salir del sol, descansar y tomar agua. Fueron solo 16km, la mayoria cuesta abajo y solo una cerveza fria, a falta de agua, ayudo a disipar la pena de bajar en auto y no en las bicis, lo que habiamos subido pedaleando con tanto esfuerzo.
Entramos a una ‘Loncheria’ (si donde uno puede comprar un ‘Lonch’, lunch en ingles y almuerzo en espanol ) Alli una senora, con cara de muy pocos amigos nos recibio detras del mostrador con un:
¨Que queria ?¨
¨Buenas tardes ! ¨
¨Que queria ? ¨
Intentamos otra vez y solo obtuvimos la misma respuesta. Compramos un galon de agua y preguntamos si despues de comer algo en el comedor, que por supuesto estaba vacio, podiamos poner nuestra carpa fuera cerca del lugar, casi una formalidad … pero recibimos el mismo ladrido por respuesta:
¨Hay un hotel alla ¨ dijo senalando el desierto hacia el sur
¨Pero adonde, cuantos kms ?¨ preguntamos inocentemente, aclarandole que estabamos en bicicletas.
¨Alla» senalo otra vez al mismo desierto y esta vez entendimos claramente que no queria que nos quedaramos y nos fuimos bien enojados.
Ante tan deprimente personaje y lugar, sumado al malhumor de Harry y mio, por esos kms en camioneta, decidimos continuar. El mapa mostraba un pequeno lugar a 29 kms, ¨El Crucero¨. Frescos, despues de tomar mas de un litro de agua cada uno y con la caida del sol, salimos en la bicis decididos a llegar.
Algunas bajadas largas y, sorpresivamente, el viento en nuestra espalda, ayudaron para que llegaramos a los kms propuestos justo antes de que epezara a oscurecer. Pero no encontramos nada de nada, solo desierto y cactus, aparte de una pequeno sendero de tierra que se perdia en el horizonte. Despues de unos kms mas, nos resignamos a acampar en el desierto.
Es algo mandatorio de hacer, y aun asi, no tan esperado. La posibilidades de que nos robaran en el medio de la noche, o de los encuentros con aranas, escorpiones y lo mas seguro las pinchaduras por los millones de espinas de los cactus, le quitaban encanto al hecho de acampar en el desierto.
Para quedar fuera de vista de los camiones y la ruta, nos internamos en un senderito entre los cactus hasta que estuvimos o suficientemente lejos, caminando y despacio, porque apenas uno sale de la ruta, las espinas vuelven, la tierra, un campo minado para las bicicletas…
Buscamos un lugar, con no muchos cactus grandes alrededor y pusimos la carpa. Harry estuvo tratando de limpiar el lugar de espinas y pateo unos cactus con sus sandalias ! Se le clavaron en los dedos y en las suelas. Y no las pudimos sacar con luestras manos y con pinzas de las herramientas finalmente salieron.
Cocinamos y hasta hicimos ensalada con unos tomates y un pepino que nos quedaba. Justo antes de que mi bicicleta se cayera arriba de todo, salvando la cena de milagro; sobretodo el agua quela teniamos n cantidad justa.
No hizo falta de poner el techo de la carpa y pudimos ver millones de estrellas de justo antes de quedarnos dormidos y rendidos despues de 103 kms al sol y en uno de los dias mas exigentes, pero con un gran final.
Nos despertamos a otro dia de mucho calor. Transpirando desde que desarmabamos el campamento a las siete de la manana ya solo queriamos estar bajo una sombra, solamente, y recien comenzaba el dia. Con muchisimo cuidado caminamos a la ruta, tratando de no pinchar las bicicletas con tantas espinas y de alguna manera estar en la ruta caliente fue un alivio, al menos las preocupaciones ahora eran encontrar agua y sombra y no debiamos preocuparnos mas de cactus y escorpiones por unas cuantas horas mas … We were on the road again !
Pd:-(Perdon-podran ver que sigo sin acentos y demas !